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miércoles, 25 de marzo de 2015

LA NOCHE DE DIEGO Y LUZ


22 de Marzo. 11:30 P.M

Diego me llevó a casa y  justo cuando iba a poner la llave dentro de la cerradura sorpresivamente me tomó de la cintura, di un pequeño salto pero no me alejé, él no me dijo absolutamente nada  y yo no sabía si lo correcto sería dejarme llevar y darnos ese beso que pedíamos ambos a gritos durante toda la cena, mientras pensaba en todos estos detalles, él se acercó mucho más a mí, sentí el calor de su cuerpo sobre mi espalda, con una de sus manos hizo mi cabello a un lado para descubrir el cuello, despacio y con delicadeza, de tal manera como si estuviera cuidando de un diamante, solo para cambiarlo de sitio, sentí de pronto sus labios recién húmedos  sobre mi cuello, un  beso tras otro me hacían vibrar el cuerpo entero, entonces  mi respiración ya no era la misma así que  sin pensarlo ya siquiera  fui despegando la llave de la cerradura, me voltee despacio para mirarlo de frente. Cuando  por fin nos volvimos a mirar, acercó casi un 90% sus labios a los míos, me miro a los ojos como esperando que yo completara con el 10%, sonreí  y me acerque, el beso comenzó suavemente pues  nuestros labios aún estaban tibios, sin embargo, nuestras manos ya comenzaban con el jugueteo entre ellas y entre nuestros cuerpos, (debo confesar que hoy al bañarme me di cuenta que mi cuerpo no puede olvidar sus manos perfectas tocando mis pechos, mi cintura, mi sexo, mis piernas, sus besos en el cuello y mis labios), poco a poco sin darnos cuenta los besos tibios  ya no eran tan tibios, hacía calor, él me daba calor. ¿Quién era testigo de aquel hermoso encuentro?- me pregunte por un segundo y al final me respondí- Siendo testigos de aquel encuentro solo la luna, la fachada de mi casa y el aire, aquellos que no dirán nada pero me lo recordaran cuando menos lo pida.

Poco a poco el calor fue disminuyendo, se escuchaba a lo lejos alguien por pasar sobre esa calle a lo que Diego susurro mientras se alejaba poco a poco de mi: ¡control! un poco más de control. Mujer, es mejor que entras a casa. Nos despedimos nuevamente con un beso apresurado y una sonrisa en la que nos decíamos: ¡esto no se quedara aquí!, algo así como: "ésta historia continuara..."


Al entrar a casa pensé: qué bien me hace sentir Diego, no solo al besarme y tocarme sino al estar conmigo y poder conversar y en cada platica conocerlo un poco más, debo estar enamorándome me dije para mis adentros, que sé yo, sea lo que sea que me hace sentir Diego no quiero que se acabe, pero la felicidad es efímera así que aquí estoy, despierta, mirando hacia el techo de mi habitación, pensando en él, en su compañía y esperando ansiosamente volver a verlo y continuar, solo continuar la historia.