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jueves, 28 de julio de 2016

Crónica de un fan



Mi nombre es Luis y me declaro un fan enamorado, no solo de ella, sino de su música y de lo que me hace sentir, probablemente no sea el único lunático que se atreve a decirlo, pero es solo eso, algo que se dice y que sabes que no va a ir más allá, no seré el fan que da miedo, que acosa y envía mensajes privados por facebook, solo seré el fan que dice que - Marissa Mur es la artista que me gusta y punto.

Me atrevo a compartir con ustedes que hace poco  tuve la mayor  pérdida  que hasta ahora en mi vida había tenido  y por lo mismo no me había  animado asistir a un evento solo, sin embargo, una tarde navegando por los bajos y ociosos mundos del facebook me enteré que mi artista favorito iba a tener un concierto en un bar que está muy cerca de casa así que aunque dudé  entre asistir o no, unos días antes decidí que si iría y que no podría perderme la oportunidad de verla y escucharla por segunda ocasión en vivo. Así que  la noche del 29 de Junio a las 8:00 p.m, estaba terminando de arreglarme- ¿qué debo ponerme?- me preguntaba, pues debía verme bien para esa gran noche, mientras me arreglaba me mi miraba en el espejo tan entusiasmado y me dio gusto verme de nuevo con buena actitud, terminé de afinar mi peinado alocado, me puse un poco de perfume, tomé mi billetera, mis llaves, mi sonrisa y salí de casa dispuesto a pasar una velada sensacional.

Aproximadamente a las 9:15 me encontraba llegando al dichoso bar llamado "Maison Artemisia", entré sobre un pasillo semi oscuro y subí las escaleras que me conducían a la zona del bar, cuando terminé de subir las escaleras, mi corazón latía fuerte, me sentía nervioso y no sabía muy bien porque, debo admitir que al llegar ahí sólo me hizo sentir un poco patético e  incluso  estuve a punto de salir corriendo y volver a casa para encerrarme nuevamente, pero al voltear mi cabeza a mi lado izquierdo, miré aquel mundo en donde en  un rato más ocurriría magia y yo sería testigo de eso, así que sin dudarlo más caminé con una gran sonrisa hacia la barra del bar.

Cuando el barman me pasó la carta de cockteles, me sentía indeciso, había tantos y yo con ganas de probarlos todos, pero había que decirme por uno primero, así que leí unas 3 veces la carta y hubo uno en especial que llamó mi atención "Manhattan Cocktail", antes de pedirlo le pregunte al mesero si pedirlo sería buena idea, quería una opinión de un experto y que mejor que la opinión del barman, a lo que él me contesto - Es una noche fría, estás a punto de presenciar un concierto con grandes canciones y si tu corazón está roto, claro que es buena idea-, al escuchar eso último solo dije - no se hable más, dame uno-, el barman como todo chico alivianado, me estrecho la mano y me dijo -excelente amigo, en un momento te lo sirvo - y así fue, a los 5 minutos ya tenía la bebida frente a mí, hice un pequeño brindis al aire y bebí un poco. Mientras el trago pasaba por mi garganta mire a mi alrededor, mis ojos brillaron cuando la miré a ella, ahí estaba, no era un sueño, era mi artista, la que me había hecho volar con sus canciones, ahí estaba, con su gran estilo que la caracteriza, vestía una chaqueta negra, blusa blanca, pantalones negros, un sombrero  y unas botas espectaculares, ella platicaba con gente a su alrededor y no se percibía nerviosa, al contrario, muy relajada conversaba, bebía agua y observaba el lugar.

Miré el reloj y eran las 9:55 p.m., yo estaba sentado justo enfrente de donde se daría el concierto, cabe mencionar  que tuve suerte de encontrar ese lugar desocupado, para cuando yo me pude sentar ya iba por mi segundo cocktel de la noche que era una bebida inventada por el barman esa misma noche, que le puso por nombre "Lisa Cocktel", no entraré ahora en detalles con relación al origen de dicha bebida, el punto es que cuando estaba bebiéndolo, llegaron unas personas que hicieron que a Marissa Mur le brillaran sus ojos y su sonrisa, los abrazó, les dio la bienvenida y entonces... me enteré que eran sus padres, que hacía tiempo que no presenciaban un concierto de su hija, debo admitir que me entró un poco la nostalgia por aquel encuentro del que fui testigo, pues me hizo recordar a esa persona que ahora no está conmigo físicamente y quien también me miraba de la misma manera en que lo hacían sus padres a Marissa, cuando tenía alguna presentación de teatro.

A las 10 pm dio inicio el concierto y Marissa Mur junto con su gran equipo de músicos comenzaron a proyectar su gran pasión por la música. Yo cantaba y disfrutaba de cada canción, cuando la veía pensaba- ¿qué habrá sentido al terminar de escribir esta canción y cantarla por primera vez?- eso mismo me preguntaba cada que terminaba de deleitarnos con alguna canción. El tiempo transcurrió deprisa, así como regularmente es cuando la estás pasando muy bien y de verdad me sentía bien, me sentía especial por ser parte de ese momento en el que Marissa me arrebató sonrisas llena de recuerdos y no me sentía solo, me sentía completamente acompañado, casi al finalizar el concierto cerró con broche de oro con la canción que no había parado de cantar durante las 2 últimas semanas antes de ese día, "un desliz" se llama esa rola, que digo rola, es un rolon señoras y señores, así que en cuanto comenzó la canté cerrando los ojos pero con los sentimientos abiertos al 100%.

Cuando acabó el concierto, le di el último sorbo a mi bebida, miré por última vez ese lugar y a las personas, era mi manera de despedirme de todos y de agradecerles por su compañía, probablemente suene ridículo pero fue así, en cuanto termine de hacerlo, me levante de mi lugar y caminé hacía Marissa Mur, sentí esos nervios que te dan al conocer a alguien que admiras por lo que hace y por  su belleza.

¿Qué les digo? el saludarla y hacerle saber que me gusta lo que hace me hizo sentir bien, pocas veces se le dice a las personas lo que uno quiere y yo tuve la oportunidad, un abrazo al inicio y uno al final, me permitieron expresarle mi agradecimiento por ayudarme a vivir de nuevo en una noche en la que probablemente sino hubiera sido por ese grandioso evento, hubiera sido como cualquier otro. Aquella noche regresé a casa, contento (no por los cockteles que bebí) sino porque me sentí vivo de nuevo.