Miércoles 22 de Julio en algún lugar de la Mancha
¿Quién soy? ¿A dónde voy? ¿Qué me
define? ¿Soy quien creo que soy, o solo soy la aceptación de lo que los demás
dicen que soy? ¿soy feliz en donde estoy, con quien estoy y con lo que hago?... así son miles y miles de
preguntas que nos hacemos por las noches, mientras nos duchamos, mientras vamos
camino a la escuela o al trabajo, mientras comemos, en fin, son preguntas que
en realidad si te das cuenta llegan en esos momentos que crees que te has
perdido.
Hace unos días me prometí
regresar a lo que en realidad me hace feliz, eso que te motiva a despertar y
sentir que tienes mucho por hacer, que los planes te hacen suplicar e implorar
que tu día sea siempre de 48hrs para que te dé tiempo de hacer todo lo planeado
en tu cabeza y pensándolo bien, que aquello suceda es un tanto complicado, no me
refiero a que el día dure más, sino que te encuentras que son pocos aquellos
que hacen lo que aman, sobre todo en esta sociedad llena de etiquetas y de
vidas superficiales.
Yo trabajaba para una empresa
cuyo único objetivo es vender, vender, vender, ah y por cierto, vender, no los
culpo, finalmente de eso viven, sin embargo desde que comencé yo estaba seguro que eso debía durar poco y que debía
recobrar mi verdadera vida pronto. Al principio aquello no parecía ir tan mal y aunque salía ya tarde aún
conservaba una buena actitud y entonces sin darme cuenta ya había transcurrido 1 año tres mes, un tiempo suficiente para
sentir que ya comenzaba a ser un robot, ya no un TERRÍCOLA, ¡Que fea sensación! digamos que era un robot listo para que
fuera quincena y entonces poder embriagarme agusto- pero eso no es suficiente-
me decía cada mañana.
He de confesar que trabajar para esa empresa no fue tan
malo después de todo, conocí a gente grandiosa, hice pocos amigos pero de esos
que valen la pena, también romancee agusto y también tuve un amor platónico de la que seguro más adelante les contaré, pero de la cual me hice un muy buen amigo y
con la cual aún seguimos en contacto (afortunadamente), también me puse a
prueba en muchas ocasiones y ahora reflexionándolo, me siento orgulloso de
saber que salí adelante. Y como les contaba aunque fue un TRABAJO en el que
aprendí mucho, un día- un muy buen día diría yo- decidí darle fin a ese ciclo,
porque me di cuenta que no era feliz, que cada vez creaba menos y sobre todo
cada día que pasaba, yo no era yo, que triste es esa sensación de añoranza.
Pero entonces cual superhéroe saliendo de los escombros me decidí a volver a
ser feliz, a crear mucho, a seguir luchando por mis sueños, así que en cuanto
llegué al trabajo me dirigí a firmar la renuncia, mientras firmaba el papeleo
me sentía cada vez más libre, que grandiosa sensación, es como si el superhéroe
se diera cuenta de pronto que, aquel mal que lo atacaba, era el que había
quedado enterrado y no él.
Y entonces aquí estoy retomando
mi vida, mis letras, mis historias, mis sueños, esperando que tu al leer éste manusctrito, estés viviendo la vida que quieres vivir, sobre todo,
que los pasos que estés dando vayan directo a tus metas- las pequeñas, medianas
y grandes- pero que estés siendo locamente feliz y sino es así, que sepas que
un terrícola con nombre X, un día decidió elegir
unas de las cosas más importantes de su vida, dejar aquello que le da dinero
pero no felicidad, por aquello que le da infinita felicidad y algo de dinero, porque un día yo, me hice todas esas preguntas con
las que comencé ésta carta, y entonces recordé quién soy, a dónde voy, que es eso
que me define y sobre todo recordé que todas las personas que he conocido y que me han hecho crear GRANDES HISTORIAS son en realidad las que han aportado a la
creación de lo que soy y por todas esas criaturas que ya son parte de mi historia, he decidido escribir de nuevo para ustedes porque así
doy un paso más a mi gran pasión por la libertad de ser locamente feliz. (Claro sin dejar de ser terrícola porque eso soy)